por Fermín Bocos
Soplan malos vientos en la economía. La inflación -que roza el 5%- y el desempleo -que se acerca al 10%-, son los heraldos negros de una crisis que el Gobierno Zapatero ha decidido disimular echando mano del diccionario y coleccionando eufemismos. No está solo. Los sindicatos, antaño llamados de clase, le acompañan con su silencio.
Y es ese silencio el que se torna perplejidad si anotamos que en lo que llevamos de año: trescientos mil trabajadores han perdido el empleo; el sector de la construcción está parado: seiscientas mil casas tienen colgadas las llaves en la puerta y nadie pregunta por ellas; los bancos no dan créditos; los pescadores están en pie de guerra porque no pueden soportar la subida brutal del precio del gasóleo -más de un 40 % en un año-; otro tanto pasa con los camioneros y los taxistas, y, hablando de incremento de precios: las amas de casa se han convertido en expertas en el "sudoku" de los productos-oferta, el último invento de las grandes superficies para animar un poco las ventas.
Cuando está pasando todo eso y más: ¿qué decir del subidón -casi un 10%- de las tarifas eléctricas por parte de unas compañías que hace solo dos meses confesaban beneficios "históricos"...cuando, como digo, todo eso está pasando y el principal partido de la oposición (el PP del señor Rajoy) sigue ausente, lamiéndose las heridas de la "dulce derrota" del 9 M, la gente con la que hablo por la calle, la que llama a las emisoras, entre otras, se hace esta pregunta:¿dónde están los sindicatos? ¿cómo hay que interpretar su clamoroso silencio? Los ciudadanos Mendez y Fidalgo, ¿no tienen nada que decir sobre la crisis que afecta y angustia a millones de trabajadores?
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