La luciérnaga, al contrario que el hombre, nunca puede evitar ver la luz.
Pero la luz de la luciérnaga es como el amor del hombre, una reacción química incontrolable.
No obstante, si la luz de la luciérnaga se apaga con la muerte, no así el amor del hombre.
3 comentarios:
Por cierto, habéis visto la película La Tumba de las Luciérnagas (1988, Isao Takahata)? Pues ya estáis tardando, para los que no...
Ojo! no verla en momentos de bajón...
ya, la vi el año pasado, y aún me sigo compungiendo cada vez q pienso en ella
Llamadme masoquista, pero la he visto varias veces.
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