Seis de cada diez jóvenes españoles quieren ingresar en la Administración Pública. La estabilidad, los horarios fijos y unos sueldos más que decentes son los 'ganchos' que justifican esa elección
La estabilidad laboral, la garantía de un sueldo digno y los horarios de oficina ocupan los primeros puestos en la lista de aspiraciones vitales de millones de españoles. Para ellos, estas condiciones se asocian a un fin, calidad de vida, y a un medio, trabajar en la Administración Pública. Las estadísticas así lo indican: seis de cada diez jóvenes de hasta 30 años prefieren -con el mismo sueldo y estabilidad-, trabajar en el sector público antes que en una empresa privada.
La idea de que trabajar en la Administración Pública se basa en desempeñar una labor 'fácil y cómoda' está muy extendida. En España hay 2,5 millones de funcionarios públicos, pero no todos pueden dar fe de la veracidad de ese imaginario. El hecho de que al 65% de los jóvenes españoles les seduzca la idea de ser funcionario no es una tendencia nueva, pero sí sorprende que este fenómeno se acentúe cada vez entre las nuevas generaciones, según revela un estudio del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas.
En España, uno de cada ocho trabajadores es funcionario. Pero hay comunidades autónomas, como Extremadura, donde esta proporción es de uno de cada cuatro. Basta con observar el propio entorno personal para comprobar la existencia de este fenómeno. "Si muchos jóvenes muestran tal predilección por ser funcionarios, es porque no tienen unas grandes aspiraciones", reflexiona García Montalvo. "No les importa que el puesto no sea muy interesante o que las tareas sean repetitivas. Lo que intentan evitar -señala- es una situación donde haya que asumir responsabilidades y donde el mantenimiento del puesto de trabajo dependa del rendimiento". Un deseo, por otro lado, más que justificado, ya que el miedo al despido arbitrario es un fantasma recurrente en el mundo de la empresa privada. Sin embargo, la precariedad también afecta al sector público, donde el 31,6% de los trabajadores tiene un contrato temporal, frente a la que registra el sector privado, donde un 34,4% de los empleados se hallan en esa situación. Una diferencia apenas perceptible.
Comodidad, vocación de servicio público y un buen salario, son otras de las razones que los jóvenes esgrimen para explicar sus deseos de ser funcionario. Los sueldos se diferencian en función de la categoría: de los 900 euros de un administrativo a los 2.500 euros de un técnico superior, aunque los números también dependan del tipo de Administración, ya sea estatal, autonómica o local. Ya en el mundo de la Administración Pública y una vez que se consigue ser funcionario, la realidad no es la soñada, asegura el profesor García Montalvo. "Todos cobran más o menos lo mismo, independientemente de que hagan una labor mejor o peor o que su productividad sea mayor. Esta situación representa una clara injusticia frente al resto de los trabajadores que tiene que responder con su trabajo todos los días", denuncia.
España es la décima potencia industrial del mundo pero ocupa el puesto 31 en los rankings sobre educación superior, el 33 en adecuación tecnológica, el 35 en innovación o el 36 en eficiencia de mercado. Los índices sobre competitividad y economía del conocimiento son preocupantes pese a las mejoras de los últimos diez años.
¿Cuáles son las causas de este desfase entre la política macroeconómica y la competitividad global? ¿Y las soluciones? Los expertos dicen que el diagnóstico está más que definido pero la rectificación es más compleja, y se percibe cierto pesimismo.
Juanjo Villanueva, catedrático de la Universitat Autònoma de Barcelona, destacó que el entorno no promociona a los emprendedores. "Nuestros estudiantes no están por el riesgo", dijo, Y explicó que un profesor que había ejercido en Estados Unidos y España hizo una encuesta a sus alumnos y que mientras allí un 65% aspiraban a crear una empresa, el 65% de los de aquí quiere llegar a ocupar un puesto en la administración, es decir, ser funcionario.
Otro dato elocuente: en la Europa de los 27, en el 2003, se registraron 65.000 patentes, 25.000 de ellas en Alemania y tan sólo 1.274 en España. En proporción al PIB, incluso Bulgaria supera a España. Este déficit refleja las carencias de la investigación pero también el temor a la cultura del riesgo. "Como señala el filósofo José Antonio Marina, no estamos acostumbrados a la incertidumbre, toda la educación se ha funcionarizado y no fomentan las actitudes y valores de la cultura del riesgo", añade Canela.
Una de las frase más celebradas la pronunció el profesor Guilemany, cuando en tono irónico recordó a un ex director general de la Generalitat que le dijo: "No es cierto que hay divorcio entre la empresa y la investigación universitaria porque no ha existido matrimonio".
No hay comentarios:
Publicar un comentario