Hay que destruir el cuerpo para llegar al alma.
Romper el envoltorio para comerse la galleta.
Abrir las cadenas que nos aferran para liberarnos, encontrar lo que somos y lograr aquello a lo que aspiramos.
La autodestrucción no tiene por qué ser el final del camino, sino el principio.
1 comentario:
No te conocía esta faceta mística (?)
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