Mi vida adulta transcurre de una obsesión a otra, en lapsos breves, olvidando siempre la anterior sin apenas rascar (como tú dices). He pasado por los Hombres G, Vanilla Ice, la 2ª guerra mundial, la ciencia ficción, el animé, el grunchi y una lista inconexa de escritores, bandas y directores. Mira uno atrás y no se reconoce. Evidentemente no soy el único.
Admiro a la gente que se concentra en algo con todas las consecuencias, resistiendo a toda distracción externa, como un monje budista meditando en medio del ruido, o como John Laroche, el ladrón de orquídeas en Adaptation (basada en el artículo y después libro de Susan Orlean). Pim pam pim pam hasta que se agota la obsesión. Yo, en cuanto algo se me repite o exige demasiado esfuerzo mental, lo dejo. Pero sobre todo cuando me llama la atención otra cosa.
La vida es demasiado corta y complicada para concentrarnos en todo lo que quisiéramos. Es una apuesta con un alto coste de oportunidad, tan azarosa como la quiniela, aunque luego los biógrafos de los ganadores tracen líneas causales y encuentren intenciones donde sólo hubo potra. No sé qué científico dijo que para comprar un disco o una lavadora hacemos análisis lógicos muy completos, sin embargo las decisiones más importantes de nuestras vidas las tomamos de la forma más irracional, por factores de lo más peregrino: la colonia que llevaba alguien, alguna frase recordada de una canción o la obsesión del momento.
Y una obsesión en su momento fue Edward Hopper y sus ventanas. Mucha gente habrá hecho sus cábalas sobre esta mujer sentada en un hotel, sujetando un libro en actitud melancólica (en el frigorífico tengo el imán que me comprasteis). ¿Cuál crees tú que es su obsesión? ¿Su duda? ¿Su error? ¿Qué decisión sopesa y qué factor va a inclinar la balanza?
7 comentarios:
¿Cómo cambia la irracionalidad del momento nuestras vidas? Ese es un temazo, aunque yo a veces dudo de que exista tal irracionalidad.
Creo que el subconsciente o hasta el destino nos hace alguna que otra jugarreta pero nada más.
No te martirices si no "rascas" a mí también me pasa, aunque a veces me conformo pensando que eso es por deformación profesional, al fin y al cabo un traductor tiene que tener conocimiento enciclopédico y eso implica tocar muchos temas pero no necesariamente profundizar.
El destino, eso sí que es un temazo de eurovisión. ¿Crees en el destino? A mí siempre me ha costado creer... aunque mirándolo desde el ángulo del budismo tiene más miga (el puto karma, el pecado original).
In my beginning is my end. In my end is my beginning.
Y la pregunta de la piba del hotel, que no has contestado.
¿Es una monja que ha dejado los hábitos, no sabe dónde ir, la corroe la duda... y vuelve a buscar respuestas en la Biblia? Pero si te fijas, las páginas están en blanco.
También puede ser una chica que intenta escribir su diario pero que no tiene nada que contar.
Pues podía empezar contando cómo ha llegado a ese hotel, qué tal el viaje, adónde va... etc.
Como la canción del insigne José Luís Perales:
"Mirandote a los ojos, juraría
que tienes algo nuevo que contarme,
empieza ya mujer, no tengas miedo,
quiza para mañana sea tarde,
quiza para mañana sea tarde.
¿Y cómo es él?, ¿en que lugar es enamoro de tí?
¿de dónde es?, ¿a qué dedica el tiempo libre?
pregúntale, ¿por qué ha robado un trozo de mi vida?
Es un ladron, que me ha robado todo.
Arréglate mujer, se te hace tarde
y llevate el paraguas por si llueve.
El te estará esperando para amarte
y yo estaré celoso de perderte
y abrigate, te sienta bien ese vestido gris.
Sonríete, que no sospeche que has llorado.
Y déjame, que vaya preparando mi equipaje.
Perdoname, si te hago otra pregunta.
Mu bueno. Has ganado el concurso "El camino más corto entre Edward Hopper y José Luis Perales" :').
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